diatriba fotográfica
Cada otro día alguien me pregunta qué busco en mis
fotos, me sugieren que explique qué es
lo que intento re/presentar, cuál es la razón de la obra…pero la realidad es
que piden lo imposible. No se puede realmente expresar en palabras aquello que
es en su momento, acto, relación entre dos: modelo y cámara/fotógrafo. Como el
baile, el amor, la relación entre dos es única y sólo real en su momento. Yo no
busco nada, espero la revelación de todo, lo que se da es el resultado de ese encuentro
entre dos personas que, en un momento y en un espacio, deciden registrar para
la perpetuidad el intento de encontrarse entre los dos. Ese momento es-o
no-capturado por la cámara. Las imágenes son trazos de ese encuentro, de ese
revelar de seres en un momento, en tiempo o espacio. Pero es recuerdo, igual de
efímero que la memoria, ya que inscribe su propia realidad al ser revelada,
procesada, observada, disfrutada, comentada, olvidada. Qué real fue el momento,
qué real es su inscripción gráfica. ¿Soy esa persona ahí, plasmada en matices,
enmarcada por el plano visual? ¿O soy la persona que observa ese objeto refractivo,
imágenes de un momento estático que en su brillo tientan la memoria como burdo
recuerdo del ser? La verdad es que uno es, y no es. La imagen es un mero
recuerdo de un instante, fuera de contexto, fuera de razón. Ese es el dilema, el
mundo trata de darle razón al sin sentido, al momento vivido, a la ocasión. No
es mi interés darle razón o sentido, sino vivirlo. Y las fotos terminan siendo
registros del atrevimiento de ser, libre de toda atadura, contextura, opinión: soy.
Así que, unas ideas inconexas para reflexionar:
Uno enfrenta el temor a sí mismo…a qué dirán, a qué
diré de mi mismo…
Nos gusta mirar, pero no nos gusta que nos miren…por
lo menos no con los ojos con los cuales nosotros miramos a los demás, a uno
mismo… esa es la tentación de ser: el temor a ser.
Desnudos revelamos nuestras debilidades, nuestros
temores, nuestro ser queda descubierto…pero el cuerpo sólo es otra capa, una
que deseamos no tener, que ocultamos por vergüenza a ser, a no ser lo que
creemos que somos, a no ser lo que quisiéramos que creyeran de nosotros…
El cuerpo es…nosotros sus prisioneros lo negamos, o
lo embelesamos con el ofensivo desdén de nuestras ofensas ante el ser…
La tentación del cuerpo es la tentación del olvido:
el olvido de ser.
Celebramos el ser, negando ser.
¿Qué somos cuando no nos podemos ocultar tras las
pobres telas con que nos embalamos día tras día?
A veces hace falta gritar, no con la voz, sino con
el cuerpo…
La mirada delata la intención. La intención se
arropa en pretextos. El cuerpo es oclusión ambiental del ser.
Ser es un atrevimiento de tu parte…revélate.
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